Offline by Anne Holt

Offline by Anne Holt

autor:Anne Holt [Holt, Anne]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T00:00:00+00:00


¡Encuentro LYC!

LYC se reúne en el Ceylon, en la calle Kalbakken, los viernes de abril a las 19.00. Límite de edad 18 años. La comida es gratis, cada uno paga su bebida. Apúntate aquí.

Siete personas habían escrito su nombre en la lista.

Siete nombres noruegos. En un barrio de la ciudad como este, donde había más población inmigrante que en casi ningún otro lugar de Noruega, y donde era seguro que conformaban un porcentaje muy alto de los chicos que podrían necesitar un empujón para volver al sistema educativo. Billy T. lanzó una mirada hacia el mostrador. La mujer ya no estaba. Con gesto rápido, arrancó el cartel de la pared y se lo metió en el bolsillo.

Kirsten Ranvik, pensó al salir y ver que su coche era el único que quedaba en el aparcamiento.

El nombre no le decía nada.

En momentos como aquel no había nada que echara de menos.

Ni siquiera volver a caminar.

Era casi medianoche. Hanne Wilhelmsen estaba metida en la cama de sábanas recién lavadas con una copa de vino apoyada en su tripa desnuda y un dedo sobre la base. Nefis estaba tumbada a su lado. En la pantalla plana pasaban una vieja película de Bruce Willis con el sonido muy bajo. Ida llevaba un rato dormida, aunque había tenido su dosis de emociones con su madre cuando Nefis por fin llegó a casa sobre las ocho. Habían comido chili con carne que había preparado la niña. Y helado.

—Me viene bien echarte de menos —dijo Hanne, somnolienta.

—Yo creo que no —sonrió Nefis besándole el hombro—. Cuando no estoy no me dedicas ni un pensamiento, pero cuando me ves te alegras tanto que crees que me has echado de menos.

—Lo que tú digas.

—¿Quieres saber cómo lo he pasado?

—No, salvo que te hayas enamorado de otra. Quiero ver a Bruce.

Nefis se tumbó de lado y apoyó la cabeza en la mano.

—¿Te asustaste mucho? —preguntó en voz baja.

—Sí. No por mí, porque entendí que era a cierta distancia. Pero fue horrible, claro. Es horrible. Que ocurran cosas como esa. Ida estuvo bastante alterada esa noche. Casi no durmió, a pesar de que la dejé acostarse aquí. Creo que fue una mezcla del atentado terrorista y que se enteró de lo de mi trabajo.

—¿Por qué no has cambiado el cristal roto?

—Pensé que tú podrías hacerlo. A mí me parece que en realidad esa raja queda bastante decorativa.

—Tonta.

Nefis se pegó todavía más a ella y le robó un sorbo de la copa de vino tinto.

—¿Qué ves en mí? —preguntó Hanne con la mirada fija en Bruce Willis, que bajaba por el hueco de un ascensor mientras a su alrededor todo estaba en llamas.

—¿Cuántas veces me has hecho esa pregunta? —sonrió Nefis.

—Un trillón.

—Veo amor. Sobre todo veo un gran amor.

Hanne sonrió. Seguía sin mirarla.

—Te he echado de menos, de verdad —susurró—. Mucho. Es totalmente cierto. Y he conocido a un tipo muy raro.

—¿Tú? ¿Has conocido a alguien?

Nefis se sentó, se enrolló en el edredón con las piernas en posición de flor de loto.

—¿Quién?

—Un policía. Se llama Henrik.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.